Ruta Nacional N°3, sector cerro Chenque, Comodoro Rivadavia, el paso del tiempo, la ocurrencia de inestabilidades y el origen de estas

INTRODUCCIÓN

La ruta nacional N°3 (RN°3) con una extensión total de 3079 km, atraviesa la ciudad de Comodoro Rivadavia entre los kilómetros 1746 y 1803. Pertenece a la red nacional vial (Ministerio de Obras Públicas, 2022) que en el caso de esta ruta en particular une las ciudades de CABA (partiendo desde el Obelisco) y Ushuaia. Es la segunda del país en orden de longitud después de la RN°40. En un pequeño sector de su traza correspondiente a la zona de la ciudad de Comodoro Rivadavia, la ruta se encuentra confinada entre el cerro Chenque y el Mar Argentino, zona a la que haremos referencia en este artículo. 

Actualmente ese tramo de la RN°3 es paso obligado de 55000 vehículos/día con picos de 70000 vehículos/día incluyendo un porcentaje importante de camiones. Cuenta con dos carriles en cada sentido de circulación, siendo en sus comienzos un camino cuasi rural que vinculaba la zona portuaria de la ciudad con los campamentos petroleros situados al norte. El 5 de octubre del año 1932, con la creación de Vialidad Nacional, comenzó poco a poco la pavimentación de algunos tramos de rutas nacionales, pero recién en el año 1942, en la provincia de Buenos Aires (Ministerio de Obras Públicas, 2022), fue pavimentado el primer tramo de la RN°3. 

El cerro Chenque, un accidente geográfico emblemático de la ciudad de Comodoro Rivadavia (Figuras 1 y 2 tomadas entre 1920 y 1930 donde pueden observarse tanto la RN°3 como la ciudad), es de origen marino. Está formado por secuencias de areniscas, limolitas y lutitas, algunas de ellas fuertemente fisuradas con gran cantidad de concreciones minerales y otras con muy alto potencial de expansión (Orlandi et al., 2022). 

Desde la creación de la ciudad (1901), este cerro ha presentado diferentes tipos de inestabilidades. Cada nuevo evento tuvo como consecuencia la interrupción del tránsito vehicular provocando un gran caos en la vida cotidiana de la comunidad. En particular, varios hechos de singular importancia ocurridos los días 12 de febrero de 1995 (Figura 3), 8 de abril de 2017 (Figura 4), 21 de septiembre de 2022 (Figura 5), y 30 de septiembre 2023 (Figura 6) provocaron la interrupción del tránsito por períodos prolongados. 

Figura 1. Cerro Chenque, RN°3 y antiguo cementerio de Comodoro Rivadavia (década del ’40, postal propiedad de los autores)

INTERPRETACIÓN DE LAS FALLAS EN GENERAL Y EN PARTICULAR

Todos los eventos han ocurrido desde el año 1995 mismos que condujeron a la interrupción del tránsito en la RN°3. El estudio de cada uno de ellos involucró perforaciones con toma de muestras alteradas e inalteradas, medición del nivel freático, delimitación de superficie de deslizamiento, estudios de fenómenos naturales y evaluación de su recurrencia. Con esta información fue posible no solo entender el origen de cada falla sino generar tanto posibles soluciones como predecir el comportamiento futuro. 

El primer deslizamiento ocurrido el 20 de febrero de 1995, involucró un volumen estimado de 100.000 m3 (Figura 3). La reconstrucción del tramo de ruta involucrado se logró luego de seis meses. Incluyó la protección costera del sector afectado. 

El segundo evento consistió en el flujo de sedimentos, ocurrido el 30 de marzo 2017 (Figura 4). Afectó un carril de la RN°3 y la calle Sarmiento que colinda con el Cerro Chenque en su flanco sur. La circulación vehicular fue interrumpida parcialmente, y restituida casi de forma inmediata. 

El tercer evento consistió en el desprendimiento de bloques de roca uno de ellos de gran tamaño el cual impactó directamente sobre la RN°3 (Figura 5). Ante la peligrosidad generada por la posibilidad de nuevos desprendimientos el tránsito fue interrumpido por varias semanas mientras se materializó una pantalla de contingencia. Este desprendimiento ocurrió el 21 de septiembre 2022. En forma posterior a la construcción de la pantalla de contención se realizó la voladura controlada de una zona inestable de gran magnitud ubicada en la misma zona de la cual se había producido el primer desprendimiento. 

El cuarto y más reciente evento fue un nuevo deslizamiento en la misma zona donde ocurrió el primer deslizamiento del año 1995, en esta caso básicamente se reactivó el deslizamiento original (Figura 6). El movimiento se desarrolló durante varios días comenzando el 30 de agosto de 2023. Al detenerse el movimiento se iniciaron las tareas de remediación las cuales duraron 2 meses.

Todos los hechos que causaron la interrupción de la circulación vehicular a través de la RNº3 fueron provocados y desencadenados por fenómenos naturales extraordinarios, ya sean precipitaciones, sequías prolongadas, marejadas y/o períodos de sequía acompañados de altas temperaturas. Cabe mencionar, que en algunos casos también coincidieron con la realización de obras civiles que modificaron las condiciones de equilibrio naturales del sistema.

 

Figura 2. Cerro Chenque desde otro ángulo y vista parcial de la ciudad de Comodoro Rivadavia (década del ’20, postal propiedad de los autores)

Figura 3: Deslizamiento ocurrido el 12 de febrero de 1995 (El Patagónico, 2015) 

Figura 4: Proceso erosivo, flujo de sedimentos y sectores parciales de estratos metaestables a gran altura durante un período de precipitaciones extraordinarias (30 de marzo 2017) (La Voz, 2017) 

Figura 5. Desprendimiento de masas rocosas 21 de septiembre 2022 (El extremo sur, 2022)

Figura 6: deslizamiento ocurrido el 30 de agosto de 2023 (La Nación, 2023)

Algunos de los factores que han afectado y continúan afectando el comportamiento de los taludes del cerro incluyen: obras que modifican el estado de tensiones en grandes masas rocosas, problemas asociados al origen de las rocas y/o suelos involucrados en la cimentación, agentes atmosféricos que varían constantemente consecuencia del cambio climático, interferencia de las obras civiles nuevas sobre las obras civiles existentes, alteración de la vegetación y/o desforestación. Todos estos factores conducen a un equilibrio frágil, el cual al no ser analizado en su totalidad, monitoreado y reevaluado a lo largo del tiempo, suele resultar en patologías de difícil interpretación. Ahora bien, el interrogante que surge naturalmente es: ¿podrían predecirse estos deslizamientos, inestabilidades, desprendimientos y flujos de barro? La consecuente respuesta es positiva, pero además de ser positiva debe decirse que es necesario predecirlo. Pero si es necesario destacar que no podría determinarse el “cuándo” con exactitud. Podrían realizarse estimaciones, pero dada la variabilidad de los parámetros del suelo y la relación de dependencia de muchos factores externos no controlables y asociados a fenómenos climáticos, resulta mucho más acertado realizar un monitoreo sostenido en el tiempo y un diseño de sistemas de protección y alerta adecuados.

Debemos recordar que todas las obras construidas se encuentran dentro de un medioambiente regulado por fenómenos climáticos, diseñadas para vidas útiles inferiores a la vida útil durante la cual realmente permanecen en servicio. Mientras tanto, al transcurrir esta vida útil, se introducen modificaciones en el medio en el que se encuentran inmersas, afectando los suelos y las rocas, que en su mayoría se encuentran en condiciones no saturadas. No se debe olvidar que en muchos de los cálculos y diseños que realizamos se emplean teorías desarrolladas para la mecánica de suelos saturados. Todo esto rodea de incertidumbre a nuestras obras, que indefectiblemente, debería conducirnos al monitoreo y materialización de obras protección. Ambos, al igual que el concepto generalizado que acompaña a los estudios geotécnicos, son gastos que difícilmente son considerados necesarios por los comitentes.

Relacionando todos los factores anteriormente expuestos y en referencia a los sucesivos eventos ocurridos en los últimos 26 años en la ladera Este del cerro Chenque, es posible interpretarlos considerando su acción conjunta. Entre los factores externos, se incluyen para el análisis tanto los fenómenos naturales como los factores humanos. Los fenómenos naturales actuaron de activadores de procesos en marcha, los cuales dada la naturaleza sedimentaria y el origen de las formaciones presentes era esperable que ocurriesen. 

Dentro de los factores intrínsecos de los materiales, mencionamos con anterioridad que la secuencia estratigráfica corresponde a areniscas, limolitas y arcilitas muy fisuradas con cementantes solubles en agua, un porcentaje alto de mineral arcilloso con muy alto potencial de expansión, límites líquidos por encima de 65% y de hasta 170% (Orlandi & Manzanal, 2019). Estos estratos retienen el agua en las fisuras lo que les permite desarrollar una expansión que se desarrolla en forma lenta y sostenida. Poseen muy altas presiones de hinchamiento, por lo cual se generan a lo largo de los años profundas grietas de tracción en las crestas de los taludes. Los tres estadíos que se desarrollan durante el hinchamiento de este tipo de arcillas (expansión inicial explosiva, primaria y secundaria) requieren de hasta 28 días para su total desarrollo. Esto, acompañado de los largos períodos secos característicos de la región de la costa atlántica patagónica, conduce a los peores resultados: bloques inestables delimitados por profundas grietas de tracción, seguidos de grandes precipitaciones en cortos períodos, erosionados por fuertes y constantes vientos. Estas masas con diferentes grados de saturación, fuertes valores de succión total y matricial, e incremento en el peso, se tornan inestables con el paso del tiempo.

Otro de los fenómenos que facilitan la movilización de grandes masas es la secuencia de estratos con diferentes cementantes, con mayor o menor resistencia, más o menos erosionables, con diferentes gradientes hidráulicos que ante la acción de agentes erosivos pierden estabilidad o quedan en equilibrios metaestables (Figura 4). Por último, dentro de los agentes externos naturales se debe considerar el factor costero. En éste, la acción del oleaje en el pie del talud actúa desestabilizando masas no solo física sino hidráulicamente, producto del aumento de la humedad en estratos con mayor conductividad hidráulica sobre los cuales descansan estratos menos permeables suprayacentes. Particularmente, sobre un estrato de poca potencia (entre 10 a 20cm) se produjeron los deslizamientos de los años 1995 y 2023.

Figura 7: Puerto Antonio Morán año 1950 (Williams, 20004)

Figura 8: Puerto Antonio Morán año 2017 (www.wikipedia.com)

Figura 9: Imagen global donde se observan el puerto, el cerro Chenque y la incidencia del tren de olas (www.revistapuerto.com.ar) 

En cuanto a los factores externos que afectaron e inestabilizaron las grandes masas del Cerro Chenque se encuentran: la prolongación de la obra de abrigo en el año 1995 (Figura 7, año 1950, Figura 8, año 2017, Figura 9, año 2022) y la protección costera realizada luego del deslizamiento del año 1995 (Figuras 10 y 11). 

Figuras 10 y 11. Vistas aéreas de la zona antes y después del deslizamiento. Se observar la coincidencia entre la rotura y el final de la zona de protección del pie del talud (www.comodoro.gov.ar)

Para avanzar en el estudio de las patologías presentadas recordemos que la traza de la RN°3 data del período entre 1910 y 1920. Ésta fue pavimentada muchos años después, probablemente sin el apoyo de los estudios de impacto ambiental, durabilidad o vida útil programada. Podemos decir que, en la actualizad, el tránsito supera ampliamente cualquier cálculo o diseño vial, y que perdurará tanto como las consecuentes inestabilidades que ocurren sistemáticamente lo permitan. Sin perder de vista esto, podemos analizar el impacto producido por las intervenciones que ocurrieron en forma posterior a su construcción. 

La alteración de la geometría del puerto modificó las zonas de deposición, erosión y abrigo, siendo la única zona considerada para el diseño, la correspondiente a la obra de abrigo. Un sector del talud costero ubicado ligeramente hacia el Norte (Figura 13) sufre desde el año 1997 grandes desprendimientos y retroceso de la línea de costa. En cuanto a la protección costera realizada de forma posterior al deslizamiento del año 1995 (imágenes 10 y 11) se observa que resultó insuficiente. El deslizamiento se produjo en el mismo sector anteriormente movilizado, aunque a las razones del deslizamiento se les sumó el efecto de mareas consecutivas con olas de 4 m con una recurrencia estimada de 5 años. Estas olas que incidieron en forma perpendicular a la costa sobrepasaron la altura del enrocado provocando la socavación del material tanto del trasdós como del extremo norte. Las lluvias excesivas producidas la semana previa, se combinaron con el efecto del oleaje provocando la desestabilización del 30 de agosto de 2023. 

Figura 12: Imagen satelital de Google donde se observan las zonas de abrigo, depósito y erosión generadas por el puerto (www.google.com), también la zona de rotura de las olas. 

Figura 13. Talud costero ubicado 400m al norte del talud correspondiente al cerro Chenque, al pie del talud se observa el material desprendido antes de que la siguiente marea lo arrastre. 

Por último, el fenómeno analizado es el que correspondió al desprendimiento de una gran masa rocosa el 21 de septiembre del 2022. Este fenómeno no dependió en ninguna medida de la incidencia de obras civiles nuevas, pero sí de fenómenos naturales extraordinarios combinados. Precipitaciones de gran magnitud en este tipo de macizos rocosos sedimentarios de origen marino, compuestos por secuencias de estratos erosionables, expansivos, con cementantes solubles en agua, son los mecanismos desencadenantes naturales por excelencia. En casos como los de este tipo, el monitoreo y la protección de los bloques ante posibles caídas resulta fundamental para evitar accidentes e interrupción del tránsito. 

CONCLUSIONES

Se analizaron cuatro eventos producidos en el cerro Chenque los cuales tuvieron como consecuencia la interrupción de la circulación con el consecuente impacto en el tránsito vehicular. Uno de los eventos se produjo por la incidencia de nuevas obras civiles, aunque todos los estudiados también sucedieron como consecuencia de fenómenos naturales. Todos pudieron predecirse si el monitoreo hubiese sido implementado, pero más importante aún, dos de ellos podrían haber sido prevenidos. 

La visión integral de las obras civiles de gran envergadura, considerando el hecho de que los fenómenos naturales son muchas veces un factor desestabilizador en constante cambio más allá de la vida útil de la obra, deberían incluir el monitoreo como elemento obligatorio. Tal es el caso de las obras como presas y embalses, las cuales poseen este tipo de controles. En contraposición, las obras viales, en general, no cumplen con estos estándares, y mucho menos lo hacen en Argentina. 

Es así como el estudio integral de una obra, el monitoreo y el seguimiento de su evolución, resultan fundamentales no solo durante toda su vida útil sino más allá de ella. Todo esto se debe a que la vida útil de las obras, la cual se encuentra asociada al mejor conocimiento del comportamiento y durabilidad de los materiales, se ha visto extendida paulatinamente con el tiempo. 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Sandra Orlandi, Docente investigadora de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco (UNPSJB) por veinticinco años. Realizó su carrera de grado en la misma universidad donde se desempeña. Llevó adelante la maestría en ingeniería en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el doctorado en ciencias de la ingeniería en la UNPSJB. La docencia, la investigación de suelos expansivos e inyección de CO2 en formaciones depletadas, el estudio y remediación de patologías en grandes obras, se encuentran entre sus principales áreas de interés.